miércoles, 29 de mayo de 2019

¿Croissants o medialunas?


Si bien  la forma del croissant, en su remoto origen allá promediando el 1600, simulaba una medialuna,  se presenta diferente a la vista y al gusto, distanciándose de sus parientes, las medialunas argentinas.

Francia es la responsable de los croissants como los conocemos hoy, pero el origen de esta pastelería fue en Austria (fines del 1600) cuando los panaderos se burlaron del frustado intento de sitiar Viena elaborando unas confiuras con la forma de la media luna de la bandera del Imperio otomano.

Nuestras típicas facturas llevan huevo y abundante almíbar por arriba que les confiere un dulzor particular y exige unas cuantas servilletas disponibles . ¡¿Acaso luego de tentarse con unas panzonas medialunas en algún bar no lamentó tener que ir al baño a lavarse las manos?!

Huevos: ingredientes de las medialunas
Almíbar: El acompañante de toda medialuna de manteca



Los croissants no llevan huevo en su proceso de elaboración ni azúcar y mucho menos almíbar, se elaboran con un exquisito hojaldre que deja sus huellas en el plato luego de comérselos, aunque pocos segundos después hasta el hojaldre más pequeño desaparece.

Si tiene la fortuna de visitar Paris, en el barrio de Montmartre (Distrito 18), Gontran Cherrier ofrece variedad de croissants, entre exquisitos panes y surtida pastelería.

También en el simpático y concurrido Barrio Latino  el aroma de los croissants de Maison Grégoire se percibe unos metros antes de ingresar en esta famosa boulangerie.

Ubicado en el Distrito 13 de París, L' Esseniel ofrece un ambiente elegante y actual y unos de los lugares donde se hacen las mejores croissants.


En Buenos Aires, muestras medialunas no se quedan atrás. En Domani, en la esquina de Salguero al 3000 se comen las mejores medialunas de manteca de Buenos Aires. Pero si usted prefiere las de grasa, en Pizza pizza, Av. Rivadavia 5033, en pleno Caballito, va a desgustar las mejores de grasa; de buen tamaño, bien sequitas, casi saladas.

Las medialunas de Domani están cubiertas de abundante almíbar. Su masa casi no tiene azúcar para evitar el exceso de dulzor.