También llamados catuccini, en Argentina se los pide con el nombre de biscotti. Pero en verdad, biscotti es el nombre en italiano de todos los bizcochos dulces.
Crujientes, casi duritos para mojar en la leche, té o lo que se escoja, son típicos de la Toscana, específicamente de Prato, de ahí su otra forma de llamarlos: biscotti di Prato.
Su ingrediente principal es la harina de almendras (si es sin piel, mejor). La receta que da cuenta de su existencia es del siglo XVIII con el nombre de biscotto alla genovese, pero fue en el siglo siguiente (1867) que el pastelero Antonio Mattei los presentó en una exposición gastronómica en la capital francesa y con muy buena repercusión que hasta merecieron una mención.
La receta original no utiliza ni manteca ni levadura ni aceite ni leche y tampoco indica harina de almendras. Sí, almendras enteras. Es así como resultan crocantes y solo aptos para buenas dentaduras si se opta por comerlos sin humedecerlos.
España también tiene sus cantucci, se llaman carquiñoles y son típicos dulces catalanes. |
Cantuccio, término italiano que refiere a un lugar pequeño, se utilizaba para designar el final o el principio de un pan, porción que resulta más dura y seca, características que hicieron que este spuntino dulce tomara el nombre.
I veri biscotti: almendras enteras, harina, huevo, azúcar y buena horneada. |
La necesidad en la Edad Media de almacenar los alimentos antes los largos viajes y períodos de guerra hizo que ciertas elaboraciones se cocinaran dos veces para que su dureza y sequedad permitiera conservarlas por largos períodos. Por ello el nombre biscotti, derivado del latín bis coctus (dos veces cocido).
Con vino, del que más le guste para un corte por la tarde. ¡Exquisito como postre! |